Otro
dia mas de invierno en la pequeña ciudad de Levine. En la televisión
se había estado diciendo que era el invierno mas frio desde hacia 25
años.
Todo el
pueblo estaba cubierto por una gran capa de nieve que hacia que el
trafico no puediera circular por allí y que para que la gente
pudiera salir de sus casas tenían que retirar la nieve de sus puertas. Desde todas las casas podía apreciarse la gran luz roja
proveniente de una torre de comunicaciones. Era el edificio mas
antiguo de la ciudad aunque 3 años atrás la reformaron debido a que
un rayo cayo sobre ella. Gilda,ese era el nombre que todos le daban a
esa gran torre debido a que la primera presentadora de las noticias
de Levine se apellidaba Gilda.
Todas
las personas del pueblo veian esa luz, excepto los que vivian
en el numero 6 de Silcoon Valley. Delante de esa casa,habían
colocado un cartel de publicidad de una conocida marca de
refrescos,Reglix. Cada vez que John,el chico que vivía en esa casa
alzaba la cabeza al despertarse se encontraba con esa cartel y leia
mañana tras mañana su eslogan “Bebiendo Reglix no habrá mañana”.
–Ojalá-pensaba John cada vez que lo leia y es que para él,la
vida no era mas que un cumulo de malas experiencias que solo servia
para darte cuenta de cuan afortunada es la gente que nos deja cada
dia. Cada vez que John repetía ese discurso pesimista,a su padre se
le revolvían las tripas y le daba una colleja en señal de
desaprobación. Su madre era mas tranquila y solo esbozaba una
pequeña sonrisa para concluir con un –son cosas de adolescentes.
John
había cumplido la semana pasada 17 años y sus padres le habían
regalado una moto de segunda mano que a John le había encantado. Era de color negro metalizado y,aunque tenia algunos arañazos, para John era
totalmente perfecta.Ademas,también le habían comprado una colección
de libro titulados “La vida del oso” que contaban la historia de
un muchacho que perdió a sus padres muy joven y tuvo que seguir
adelante superando una serie de retos y aventuras. Aunque al
principio a John no le había gustado el hecho de que sus padres le
hubieran comprado unos libros para sus cumpleaños,cuando empezó a
leerlo ya no pudo parar,además,esos libros les servia para evadirse
de todo lo que le rodeaba.
A John
no le costaba levantarse por las mañanas,al contrario,le gustaba que
la fresca brisa mañanera azotara su cara mientras se dirigía a la
cocina para tomar el desayuno que cada mañana su dulce madre,a la
que quería tanto,le preparaba. Lo que mas temia John en la vida era
cada mañana cuando el reloj de cuco sonaba. Eso significaba que eran las ocho,es decir,hora de ir al colegio para aguantar sin fin de
burlas e incluso de empujones y tortazos. Pero cuando el cuco salió
de su escondrijo en el reloj apuntando que eran las ocho,John no hizo
una mueca de desagrado como habitualemente,al contrario,no pudo
contener una gran sonrisa que le abarcaba toda la cara.Al
salir de casa no pudo contener un suspiro de alivio.
-Al fin
no volveré a encontrarme a Kurt por el camino. Para John,Kurt era su
enemigo desde el jardín de infancia. Kurt no hacia nada mas que
meterse con él ,y John había llegado ya a la conclusión de que si
se metia con él era nada mas que por envidia.
Cuando
se subió a la moto y se puso el casco no podía parar de pensar “hoy
será un gran dia",pero lo que él no sabia es que ese iba a ser el mejor dia de toda su vida.